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pregnancy embarazo elylu

Mi viaje al planeta parto

pregnancy embarazo elyluEsta es la historia que compartí en el grupo del curso prenatal momfulnesslife. Ahí disculpen el inicio con slang muy de control prenatal, pero así una sabe como va progresando bebé.
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Nuestro embarazo transcurrió de manera relativamente normal salvo por un susto de sangrado en la semana 6 y un desbalance tiroideo que controlamos a tiempo en la semana 26, que después sería la causa de contracciones Braxton Hicks muy intensas y prolongadas a partir de la semana 32, para la semana 34 por medio de un ultrasonido transvaginal comprobamos que mi cervix ya estaba muy adelgazado, lo cual nos preocupaba porque anunciaba un posible parto prematuro y de ser así, no nos podrían atender las parteras en casa y eso me preocupaba porque ellas fueron mi única opción desde el principio y con quienes llevamos el control prenatal, necesitábamos al menos llegar a la semana 36 para seguir considerando nuestro plan y me pusieron a régimen de descanso y medicamentos para disminuir las contracciones.

 

Pero como todos, nunca me imaginé que se desataría una pandemia mundial y con ello mucho miedo y ansiedad ante la posibilidad de tener que ir a un hospital bajo estas nuevas circunstancias de posible contagio y protocolos que me obligaban a entrar a la sala de partos sin compañía.
Aquí en Tijuana me tuve que apegar al confinamiento estricto a partir del 17 de marzo estando ya en mi semana 28, y a partir de ese momento todo se me hizo muy difícil, incluso seguir con mi rutina de ejercicios y ver los videos del curso fue todo un reto, porque sentí que empecé a absorber el miedo de todos por la pandemia y eso me paralizaba.

 

Además no fue fácil dejar de ver a mi familia y cancelar nuestros planes de baby shower y compras, no teníamos nada, ni ropita para el bebé, habíamos decidido hacer eso en el último trimestre y ahora sentía que tenía que transitar las últimas semanas de embarazo encerrada llena de miedo y tristeza antes de llegar a mi parto. Las tiendas clausuraron la sección de bebés por considerarlas artículos no esenciales así que nuestra familia tampoco podía conseguir muchas cosas y nos tuvimos que enfocar en conseguir lo básico que nos pedían las parteras para el parto. Me esforcé por continuar al menos eventualmente con mis prácticas de meditación y yoga y conforme podía regresaba al material teórico del curso.

 

Después sentí que todo se iba por un hoyo negro cuando me enteré que una de mis parteras sospechaba de haberse enfermado de COVID-19, aunque aparentemente ya estaba recuperada, pero eso me hizo caer en una espiral mental de más miedo, porque tal vez esta era otra razón de que mi parto en casa ya no fuera una opción, pero pensar en los hospitales bajo la contingencia sonaba peor. Lloraba todo el tiempo y trataba de explicarle a mi bebé lo que estaba pasando afuera para hacerle saber porque me sentía así.

 

Afortunadamente en esos días pude platicar con Blanca (la maestra de yoga prenatal de momfulnesslife) que me recomendó enfocarme en los últimos módulos del curso. Diego (mi compañero de vida y papá de mi bebé) y yo vimos juntos el vídeo de parto de Renée (a cargo de la parte teórica del curso) y esa noche ambos soñamos que pariamos y de alguna forma eso me ayudó a sostener la idea de que sin importar la manera y el lugar en que fuera, yo iba a ser capaz de traer a mi bebé al mundo.

Gracias a eso también me reconecté con la esperanza de que todo estaría bien, vi la entrevista que le hizo Renée a Whapio (una partera Estadounidense) y leí el texto en el que describe el viaje al planeta parto desde su visión como partera y eso me ayudó a enfocarme en mi y a hacer cambios que me ayudaron a estar más tranquila sin importar lo que pasara afuera en el mundo. Porque yo tenía una misión y la pandemia no iba a detenerme.

A pesar de querer parir en casa, siempre estuve abierta a la posibilidad de ser atendida en un hospital en caso de ser médicamente necesario, siempre y cuando fuera en un ambiente de parto respetado.

En medio del miedo me encontré haciendo una meditación muy bonita guiada por Ivonne Casillas que tenía la intención de cambiar el miedo a la muerte (generado por la pandemia) por el amor a la vida y me repetía “Elijo el amor a la vida antes que cualquier miedo” esa frase fue mi afirmación todos los días y me ayudó a abrazar mi momento de gozo en la vida trayendo otra vida.

 

Con todo lo que la pandemia vino a mover yo había dejado de dibujar porque no encontraba la manera de hacerlo, pero una vez que me reconecté con mi centro, puse la intención de sostenerme emocionalmente y dibujé algunas de las afirmaciones que hice en los ejercicios del primer módulo del curso (en donde transformamos nuestros miedos en algo positivo). Y junto con Diego inicié una rutina nocturna de conexión con el bebé, canciones, masaje, apapachos y palabras bonitas. ¡Y creo que todo eso ayudó mucho porque logramos llegar a nuestra semana 36! Era un jueves y mientras veía la luna llena desde la ventana de mi recámara supe que el bebé vendría pronto, yo estaba segura que sería ese sábado.

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Y así fue, el sábado 9 de mayo en nuestra semana 36.2 me desperté a las 8:30 am y al levantarme de la cama rompí la fuente. Me emocioné mucho y me puse nerviosa, pero lo mejor de todo fue que no sentí miedo, me sentía llena de amor y sabía que había elegido abrazar el amor a la vida por encima de cualquier miedo. Y literalmente pronto abrazaría una nueva vida.

Me metí a bañar, desayunamos y le avisamos a nuestra partera. Sabíamos que podría tomar tiempo el progreso de la labor de parto, así que nos dispusimos a atender algunos pendientes del hogar, pero para las 11:30 am las contracciones ya eran bastante intensas con 15 minutos de separación entre una y otra pero yo ya no podía concentrarme en nada más y sentía mucho frío, así que me puse algo calientito y me instalé frente a una silla y un espejo que estaba en la recámara y me dediqué a seguir tirando liquido y atravesar esas contracciones en calma.

Mientras tanto Diego continuaba organizando todo para el recibimiento de bebé y pasar el reporte del conteo de mis contracciones a las parteras, pero para la 1:30 pm yo sentía que la frecuencia había aumentado considerablemente y ya no quería que él se separara de mi lado, le pedí que apretara mis pies en cada contracción, tal vez ahora estaba a 8 minutos entre una contracción y otra pero yo sentía que era mucho menos, tanto que ya no hubo oportunidad de que él fuera a inflar la tina de partos. Las parteras avisaron que venían en camino.

Yo me aferraba a la ahora apodada “silla de parto” mientras me veía a los ojos frente al espejo y repetía mis afirmaciones. Después ya sólo me enfocaba en respirar y me decía a mi misma: fluye, fluye, fluye. Me perdí en el tiempo de transitar esas olas y sin darme cuenta ya eran las 3:30pm y las parteras llegaron. Hice contacto visual con Ana, la partera a cargo, y la que me acompañó durante las consultas prenatales del embarazo y ahí con una mirada me entregué al proceso sabiéndome cuidada por ellas y le entregué toda mi confianza.

Diego ahora me cuenta que Ana llegó pidiendo las cobijitas de recibimiento porque yo estaba ya muy dilatada y mis contracciones eran intensas y frecuentes. Pregunté por la tina de partos, pero definitivamente no había tiempo, este bebé estaba muy decidido a llegar lo más pronto posible. Ahora yo estaba a gatas mientras Ana sujetaba mis pies y Diego me contenía desde mi costado derecho, y con mi brazo izquierdo seguía aferrada a la silla. Ahí con los ojos cerrados en medio de la intensidad de las contracciones, mis respiraciones y las afirmaciones, veía la imagen de Blanca haciendo los kriyas de yoga y eso para mi era una guía que me ayudaba a seguir el camino de la respiración, la fuerza y el poder que está dentro de mí, también me recordaba que que cada contracción es temporal y eso me ayudaba a continuar.

Todo en mi cuerpo avanzó muy rápido, sin control, yo sólo estaba ahí dejándole hacer lo que ya sabía hacer, pero para ayudarle me sugirieron cambiar de posición subiendo una pierna recargando mi pie en el piso, pero no me sentí cómoda y entonces me sugirieron sentarme al banquito de parto que llevaban las parteras. Ahora Diego sentado a los pies de nuestra cama me abrazaba por la espalda.

Ya ahí, toda la intensidad aumentó y por un momento sentí que no podría continuar, pero esa fue mi señal de que ya faltaba muy poco, y en ese momento Ana me preguntó si quería sentir la cabecita de mi bebé. Yo, sintiéndome cansada y nerviosa busqué con mi mano y ahí estaba, ya lo podía sentir, ya estaba cerquitita. Y me llené de energía y poder. Fluye, fluye, fluye yo le decía mientras su papá me contenía y sentí que entre los tres canalizamos toda la fuerza de nuestra energía para convertirla en una nueva vida y en un último rugido a las 5:50 pm nacío Río, lo tomé en brazos y lo llevé a mi pecho mientras veía llorar a Diego y yo me sentía feliz, poderosa y muy cansada.

Inmediatamente me inyectaron oxitocina porque tuve un desgarre de segundo grado y eso evitaría una hemorragia (no se asuten, es normal y esperado), pero yo ni me enteré de eso sino hasta después. Sólo me quedé disfrutando de esa primera hora sin interrupciones abrazada de mi bebé y Diego, mientras las parteras hacían su trabajo y cuando llegó el momento cortamos el cordón, esperamos el nacimiento de la placenta, después me suturaron y revisaron a bebé.

Cumplimos nuestro deseo de tener un parto natural en casa, a los pies de nuestra cama, en el mismo lugar donde bebé y yo meditamos e hicimos yoga juntos durante casi todo el embarazo. Ahora en los recuerdos de ese día veo a las parteras como hadas madrinas haciendo su magia en medio de ese vórtice de energía que se creó y que gracias a su maravilloso trabajo pudimos enfocarnos sólo en nosotros mismos. Y también recuerdo como si fuera un sueño a Blanca y Renée  de momfulnesslife como esas hadas a la distancia que no dejaron de echarnos porras y acompañarnos virtualmente.

Y como bien dijeron en el curso, el parto es la parte más sencilla. La verdadera intensidad viene en el postparto. Pero esa historia se las cuento después.

<3